Por estas fechas se cumplen cuatro años de mi salto definitivo al sistema mirrorless (micro 4/3) de la mano de Olympus. Desde entonces los cambios que se han producido en los sistemas sin espejo son muy grandes, pero de aquellas todo comenzó con la Olympus E-M1 y el Zuiko 12–40 f2.8. La verdad, salvo la promesa de que el sistema evolulcionaría, tampoco había mucho más. Durante unos meses lo estuve probando como equipo secundario y en agosto de 2014 pasó a ser mi equipo principal.
Sin embargo, fue un cambio que empezó a fraguarse un año antes. Durante un viaje en el que, por diversos motivos, no pude contar con mi equipo habitual, conté con la compañía de una pequeña Canon EOS M. Al revisar las imágenes, y a pesar de sus limitaciones, comprobé que la cámara cumplió y las imágenes tenían calidad. Es decir, la tecnología estaba ya en un punto en el que la calidad de las imágenes era suficiente, incluso en las cámaras aparentemente más sencillas.

A partir de ese momento mi cerebro se puso a rumiar y evaluar si el cambio podría ser una opción (el peso y el tamaño hacen mucho y con la M también había descubierto eso). A final, no sin cierta sensación de salto al vacío y en un mercado aún “incipiente”, terminé por decantarme por el formato micro 4/3, que contaba con una buena oferta en el mercado, entre Panasonic y Olympus principalmente, y en concreto por el sistema más profesional OMD y Zuiko que acababa de presentar esta última, pocos meses antes.
¿Por qué Olympus?
Las razones que me llevaron a dar ese salto a Olympus en aquel momento fueron principalmente tres:
El tamaño y el peso.
Además de la reducción del tamaño de las cámaras, el sistema sin espejo micro 4/3, debido a su sensor de menor tamaño, permite el diseño objetivos más pequeños para las mismas longitudes focales que en sistemas con sensor más grande. Por tanto, este sistema, contaba con una combinación de cámaras y objetivos pequeños y ligeros.

El sellado.
La gama pro de Olympus prometía sellado completo tanto en la cámara como en la nueva línea de objetivos Zuiko Pro que se estaba fraguando. Contar con la posibilidad de fotografiar sin prestarle excesiva atención a las condiciones climatológicas, y sin estar pendiente de la protección del equipo, aumenta la libertad de trabajo e incrementa las posibilidades de obtener algunas imágenes. Por aquel entonces, no dejaban de aparecer vídeos en los que se ponía a prueba esta característica de los equipos.
El estabilizador
La cámara contaba con un estabilizador de 5 ejes y hasta 4 pasos de mejora en la toma. Acostumbrado a tener el estabilizador en el objetivo, con el incremento de precio y peso que significaba, suponía otra gran ventaja. Tenía estabilizada la toma con cualquier objetivo, sin importar la focal, el precio o la marca del mismo.
¿Qué ha pasado con estas razones 4 años después?
Al buscar información para elegir un equipo es posible ver muchos vídeos de una cámara debajo de un grifo para demostrar su sellado, pero a lo hora de la verdad no es lo mismo tratar de hacerlo con la tuya. Poner a prueba el sellado de una cámara puede dar cierto respeto, por el miedo de que no haya vuelta atrás. Sin embargo, esta fue una de las razones del cambio y, llegado el momento, habría que ponerla a prueba.
Ese momento se presentó en una playa de Costa Rica, con un tormenta tropical sobre la cabeza. Justo en el momento más intenso varios nidos de tortuga se abrieron y de su interior se extendió por la arena un gran manto de crías de tortuga verde corriendo alocadas hacia el mar.
Tras tres días buscando ese momento, sin suerte, no cabía otra que comprobar si las especificaciones, la publicidad, los comentarios y los vídeos promocionales sobre el equipo eran reales. Así que la E-M1, con el 40–150 mm montado, salió de la bolsa estanca en la que se escondía y se puso manos a la obra. Fueron casi 40 minutos a la intemperie, bajo una enorme cortina de agua, tirado en la arena y tratando de evitar que las olas rompiesen sobre la cámara.
Una vez pasada la tormenta, la cámara y el objetivo seguían funcionando perfectamente y durante otros 45 minutos continuó el trabajo de perseguir tortugas, esta vez ya sin la angustia de tanta agua descargando encima. Y claro, después de lluvia, arena y salitre que mejor que meterla bajo el grifo para darle un buen baño. Cámara a la ducha y al día siguiente seca y limpia como el primer día (aunque el susto lo dio la condensación que con el calor y la humedad tardó unas cuantas horas en irse del visor).

Estabilización
Tal y como prometía, trasladar el estabilizador de las ópticas a la cámara supone una gran ventaja, son 4 pasos de ganancia que se dejan notar, especialmente en objetivos más pesados como el 40–150 mm.
Además en equipos posteriores, que he tenido la oportunidad de ir probando gracias a Olympus, el trabajo que se ha hecho para mejorar este sistema de estabilización es sorprendente. La estabilización que se consigue combinando la E-M1 mark II (cuerpo estabilizado de 5,5 pasos) y el 300mm f4, también estabilizado, es sencillamente inverosímil. Lograr velocidades de disparo de 1/4 con una focal equivalente de 600mm a pulso, es … eso inimaginable.


Peso y tamaño
¿Qué decir? De primeras, entre la cámara y el objetivo principal, tan sólo llegaban al peso del cuerpo anterior (880 grs., frente a 810 de la Canon 5D Mark II) y la reducción de tamaño, en la combinación cuerpo-objetivo, era considerable. Mi equipo ahora cabe en el espacio en el que antes podía llevar tan solo un cuerpo y un 70–200, con la ventaja de que ahora cubro un rango focal del 24 a 420mm (f2.8 hasta 300mm). Además, en cualquier momento, podría salir a dar un paseo por el monte con un 600mm f4 (equivalente) que no pesa más de 1.25kg y tiene el tamaño de una palma abierta. Eso, para mi, si lo convierte en una fotografía más confortable.
A todo esto hay que añadirle la reducción de peso y tamaño de cualquier componente que rodea al equipo: trípode, carcasas acuáticas, …
Para añadir a la lista
Además de los que motivos previos, hay algunas características que he descubierto a posteriori y que, sin duda, son buenos motivos que tener en cuenta.
Una característica de la cámara, que me encantó desde el primer momento, es la enorme capacidad de configuración que tiene, prácticamente a cada botón puedes asignarle la tarea que más te guste. Aunque es cierto que el método no es todo lo sencillo que me gustaría, pero para eso contamos con la inestimable ayuda de Martín Gallego y su guía de configuración de la E-M1.
Esta flexibilidad tambien permite crear distintos perfiles con los que cambiar, con un solo botón, la configuración y comportamiento completo de la cámara. Pongamos que paseas por el monte haciendo paisaje con un configuración típica de enfoque sencillo, prioridad a la apertura y que el punto de enfoque lo tienes en un lateral del encuadre. Justo en ese momento salta un ciervo corriendo delante de ti, y con tan solo pulsar un botón tu cámara ha pasado a enfoque continuo, con el punto de enfoque agrupado en central de nueve puntos y un iso más elevado que me garantice mayor velocidad de disparo. Luego, si sois torpes como yo, perderéis la foto, pero la cámara os lo ha dado todo.
Acostumbrado como estaba a que si quieres algo nuevo tienes que esperar a comprar otro equipo, fue un gran descubrimiento ver cómo la cámara mejoraba y evolucionaba gracias a las actualizaciones de firmware que llegaban con cierta regularidad: ampliación de número de disparos por segundo de 6,5 a 9, modo de apilamiento de enfoque, disparo silencioso … Así que el equipo en lugar de ir quedándose viejo iba incorporando nueva funcionalidades.
Evolución de los equipos en estos años
Estos cuatro años han servido para que los nuevos cuerpos hayan mejorado enormemente el que quizá era el principal fallo del sistema en aquel momento: el enfoque. Después de poder probar nuevos equipos y sobre todo, ponerlos a prueba en varios safaris, he de decir que definitivamente la E-M1 mark II (especialmente combinada con el 300mm) está más que preparada para la acción.

Otra gran mejora, en la nueva versión de la E-M1, ha sido la duración de la batería y el aumento de número de disparos, aunque haya sido a costa de incrementar algo el peso de la cámara.
Además, el inexistente universo de objetivos (pro), que había por entonces, ha ido creciendo y ahora se puede encontrar un amplio catálogo de opciones, tanto de objetivos zoom como de ópticas fijas de calidad.
Espero que no se quede aquí y los próximos 4 años sigan mejorando.