Orangutanes: en un remoto y escaso hábitat

Moldeando los árboles a su gusto, retorciéndolos bajo su peso y usándolos como pértigas para alcanzar el siguiente árbol. Lo cierto es que los desplazamientos de los orangutanes no se hallan entre los más discretos de la selva.

Así que, escuchar y sentir cómo la selva cruje y se resquebraja sobre tu cabeza se convierte en una señal hipnótica. Ese estruendo, no es sino el redoble, tras el que suele aparecer una gran bola de pelo anaranjado, el hombre de la selva (traducción literal del malayo Orang Hutan). Ahora sólo queda encontrar el punto adecuado en el que cruzarse en su camino.

El paso de un gran macho dominante causa estragos en los árboles.

A pesar del estrépito que producen, sus desplazamientos son tranquilos, sosegados; un estado que también transmite su proximidad y sus miradas: serenas y apacibles, que les define como los más amistosos de los primates.

Una amabilidad que hay que ir a buscar lejos ya que sólo en las selvas de la isla de Borneo (Indonesia-Malasia) y de la isla de Sumatra (Indonesia) se les puede encontrar en libertad. En un hábitat que se reduce día a día.

En peligro de extinción

Las selvas en las que habitan son taladas y quemadas para crear plantaciones de las que extraer el aceite de palma y cuyos propietarios, grandes corporaciones, pagan a trabajadores locales por la muerte de estos simios por considerarlos una amenaza para sus cultivos.

Un orangután se asoma a los lindes de un bosque cada vez más escaso.

Además la caza de crías para usarlas como mascotas acaban generalmente con la muerte de la madre y la cría, ya que tan sólo una de cada cinco crías sobrevive al proceso de captura.